Aunque la sudadera roja llamaría la atención puesta sobre cualquiera, nadie se fijaba en ella. Tal vez en algún primer momento todos se habían preguntado qué hacía la nueva, reclinada contra la pared, totalmente sola; pero ese pensamiento había pasado fugazmente por la mente de todos sin que ahora importara: ya ni siquiera era "la nueva".
Puede que escondiera un terrible secreto y tuviera miedo de que se le obligase a confesar. Puede que en su mochila hubiese un secreto de incalculable valor (lo más requerido últimamente en el instituto dado el grado de enclaustramiento: comida) o que añorara dónde quiera que hubiera estado antes.
Lo cierto es que nadie de dentro, incluida ella, se preguntaba el por qué las cosas eran así. Sin embargo, el hombrecillo pálido y gris que pude ver más allá de la valla, aferrándose con tanta fuerza a los barrotes que le separaban de la aún niña, que tenía los nudillos blancos y la cara desencajada, tal vez por el dolor, tal vez por la extraña sensación de tenerla tan cerca y tan lejos al mismo tiempo, sé que sí se lo preguntaba.
30 de octubre de 2008, 18:36 �
Bua me ha encantado y me ha recordado a muchas cosas relacionadas entre sí además le he dado muchas interpretaciones jiji!!
Bueno eso que chapeau! Muy chulo! ME HA GUSTADO MUCHO ^^
Un besín!
2 de noviembre de 2008, 21:05 �
Qué recuerdos de instituto, snif
3 de noviembre de 2008, 11:56 �
Alu, yo también lo interpreto de varias maneras.
Creo que pasar desapercibido es, la mayoría de las veces, mejor que ser esa nueva de la que hablas, Lyra.
Por cierto, ya le caes bien a una amiga mía por lo de la religión fuera de las aula y tal, jeje.
muxos besos guapa.
4 de noviembre de 2008, 21:13 �
Me paso a visitarte en tu nueva casa y te dejo un beso y mi enhorabuena por el relato.
Isa
10 de noviembre de 2008, 10:02 �
es un relato excelente, Lyra.
Me ha encantado.
Un beso muy muy grande.
Y muchas gracias :)